21.2.10
Para nadie hablar de la muerte, es fácil. Y yo estoy pensando diariamente en ella. Siempre que pienso en mi muerte, se muere alguien.
La verdad es que estoy ya hace 2 semanas, esperando que arribe, tome a mi abuelita de su mano y la lleve a encontrarse con mi abuelito y la Ire.
Sin dudas, para cualquiera que lea esto, dirá que soy malo y que como deseo la muerte a otro; pero como mis pensamientos son bien liberales en este tema, es que hacen que esté a favor que cuando la gente ya empieza a sufrir y de verdad quiera y todos saben que va a morir, alargar el sufrimiento no tiene sentido. Y no tan sólo el sufrimiento de quien debe partir, sino de todos aquellos que rodean a este ser querido.
Hoy salió un tema de conversación que me dejó con preocupación y con pena. Pues siempre pensé y creí que la abuelita se iba a morir en el sueño, sin dolor y feliz. Hoy entre tanto tubo y manguera, la abuelita pidió irse a la casa. Y como es imposible llevarla, se está tomando la opción de llevarla a un hospital geriátrico, donde mi tía dijo: "Me da tanta pena mi mami, nunca nadie se imaginó esto y lo peor de todo, es que lo que todos imaginabámos otra situación diferente. De seguro la mamá se muere de pena". Y eso me partió el corazón. La abuelita nunca fue mala con ninguno de nosotros sus nietos, ni con sus hijas, ni con sus vecinos ni con su parentela, ni con nadie.
Morir de pena, es peor que morirse en la imagen colectiva de la gente.
Y la abuelita Ismenia, no merece morir así. No lo merece.
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